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Palacio de Justicia - Dolores


En la época colonial la zona rural de Buenos Aires se extendía al norte del río Salado. Una línea de fortines y fuertes protegían a la población y sus bienes. Pocas poblaciones, en las inmediaciones de la Bahía de Samborombón, se aventuraban en el territorio indígena. El primer pueblo que se funda al sur del Salado, es el pueblo y Partido de Dolores. En este mismo paraje se estableció la primera unidad militar, que actuaba desde la última década del siglo XIX, protegiendo las estancias de la zona.

En 1817 se le encomienda al Comandante Pedro Antonio Paz que proceda a la fundación de un pueblo en este territorio. Destruido por dos incursiones realizadas por los aborígenes en 1821 y 1823.

Con la destrucción de Dolores, Ramón Lara realiza reiteradas gestiones ante el Gobierno para el restablecimiento del pueblo, que se inician en 1826.

Los colonos del paraje estuvieron bajo la jurisdicción de los alcaldes de hermandad del partido de Chascomús hasta que en 1821 se crea la Justicia de Paz suprimiendo los cabildos y los Alcaldes. En 1822 el juez de paz con jurisdicción en Dolores fue nombrado en Chascomús, posteriormente por decreto del 12 de enero de 1832 se nombra por primera vez un juez de paz para Dolores, a Benito Miguens.



Por ley del 28 de noviembre de 1853 se creó el Juzgado del Crimen, con lo que se inició la compleja organización judicial que hoy tiene asiento en Dolores. Y a partir de 1881, será Sede Departamental.

En 1912, por ley 2447, se destinan $ 300.000 para la construcción del edificio de Tribunales, a partir de la inquietud del ex Senador Julio Facio, debido a que el edificio comprado por los vecinos no cumplía con las condiciones de habitabilidad mínimas.

En el mismo año, el Poder Ejecutivo autoriza la compra de dos inmuebles linderos con el solar de la calle Belgrano a fin de ampliar el espacio de terreno a utilizar.

La ley se concretará en 1918 debido al impulso que ejerciera el entonces Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, José Crotto; en este momento se le encarga a Orestes Santospago, la construcción del actual edificio.

El solar que ocupa este palacio, rodeado de calles perimetrales en sus fachadas laterales y contrafrente, ofrece su fachada principal a la calle Belgrano en forma articulada respecto a la línea municipal, resaltando el paño central de acceso y retrasando los laterales.



El edificio se estructura a partir de dos espacios, el primero constituido por el hall de entrada que contiene una importante escalera de dos niveles compensada, con reminiscencias al modelo parisino del siglo XIX. El segundo se genera en un patio interno, con galerías perimetrales coincidentes con sus tres pisos.

Dos pasillos paralelos unen el hall con el patio citado, atravesando la planta baja y comunicando la calle posterior de acceso, en un esquema simétrico.



   

El palacio posee cuatro lados libres por lo que Santospago diseñó cuatro fachadas. La lectura de las mismas es continúa y se mantienen elementos similares (arcos de medio punto y almohadillado en planta baja, frontis triangulares ornamentados sobre las ventanas del primer piso, y molduras dobles en las ventanas del segundo piso).


La fachada principal es la más desarrollada estéticamente, en cuanto a la conjunción de lenguaje arquitectónico y escultórico. Posee un sector principal destacado con un frontis monumental (pues toma más de un piso) de orden clásico, rematado con entablamento y tímpano decorado.




Finalmente el frontis posee un sector de ático por detrás del mismo, e igual al resto de las fachadas, va acompañado por una balaustrada, manteniendo el ritmo de los entablamentos inferiores. Además se observan cuatro columnas con pedestales, cuyo fuste se encuentra estriado hasta el nivel del primer piso, conteniendo tres balcones, correspondientes a las carpinterías.



El tímpano superior contiene un grupo escultórico. El entablamento que unifica las columnas de la fachada posee decoraciones en sobre relieve, con partición griega alternándose alegorías de distinto origen: la justicia, lo regional, lo clásico, con los siguientes símbolos: la balanza, las cabezas de ganado, la flor de lis, los yelmos, espada y escudos romanos.

 

La circulación vertical principal, a través de la escalera que nace en el hall, es complementada por otra adicional que unifica el edificio desde el susbuselo hasta la azotea. Otro elemento de circulación vertical significativo es el pequeño y elegante ascensor diseñado a través de los cánones de la 'arquitectura del hierro', con una caja que combina estructura con ornamentación, representativo de la arquitectura de la revolución industrial.

El diseño de pisos original en el área central (hall, patio y pasillos), refuerza la propuesta proyectual combinando el mármol con baldosas calcáreas de dibujos geométricos; y en las alas laterales (de oficinas judiciales) con piso de pinotea y cámaras de aire inferiores.

 

El hall de entrada está determinado por la presencia de las tres puertas de acceso principal en correspondencia con la caja de la escalera y dos columnas exentas que articulan el espacio interior. Esta articulación se complementa con una modulación en las paredes laterales, la aparición de pilastras y molduras en coincidencia con las vigas del cielorraso. La escalera principal es de mármol blanco con un diseño helicoidal compensado, expresando tímidamente descansos en coincidencia con los giros de la misma. La baranda, respetando la tipología del siglo XIX, está construida en hierro forjado y madera.

   

Cabe destacar además, en su interior, el patio que unifica los tres niveles. Este recupera el modelo de palacio italiano del siglo XVI, debido a sus moderadas proporciones y a la exposición, en cada nivel de los órdenes clásicos: dórico, en planta baja; jónico, en primer piso; y corintio, en segundo piso.

   

La decoración pictórica se da en los ambientes más destacados: originales Despachos de los Jueces, Sala de Audiencias y Sala de Juicios Orales. Estas aparecen dentro de marcos formados por molduras, que dividen los plafones en cuatro espacios, destacando el rosetón central del que pende la araña.

Los motivos decorativos son variados, en forma de guarda contínua, geométrica y simple; orgánicos y vegetales. Los autores de estas obras son José Speroni y Nicanor Vázquez. Los colores utilizados son ocres, rojos desaturados y verdes pastel.


En cuanto a las intervenciones relacionadas a la conservación del inmueble, en septiembre del 2005, se realiza la obra de Consolidación y Restauración de fachadas, licitando los trabajos referentes al armado de andamios, hidrolavado de las superficies, demolición de revoques en mal estado y embutido de cañerías de instalación eléctrica. Las tareas se completan con la inclusión de ahuyenta palomas, la colocación de una pintura hidropelente transparente y la demolición de una cisterna no original, entre las principales tareas.






El desafío de esta obra fue conseguir un revestimiento exterior de similar coloración y textura al original, realizándose un trabajo de muestreo previo por sectores, preservando la mayor cantidad de posible de revoques y piezas de ornamentación.



En el 2006, se realizó una nueva intervención, cuyo objetivo era anular el recorrido de la instalación de desagües pluviales existente, trazándolo por las fachadas laterales y calles adyacentes. Tratándose de un edificio con las características antes descriptas, se busco utilizar un lenguaje compatible con el estilo.

 

Posteriormente se avanzó en obras menores como el acceso para discapacitados ubicado en la fachada Sur, reposición del piso calcáreo en el pasillo de Planta Baja (cuya remoción fue imprescindible para la inspección de la obra antes citada). Asimismo el completamiento de la baranda existente en el segundo piso, copiando el modelo original en su diseño.